viernes, 24 de febrero de 2012

Testigos

Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

La Biblia nos dice que debemos ser como cartas abiertas frente a todas las personas que conocemos. Nuestra vida debe de ser ejemplo en nuestros diferentes entornos, dando prioridad a nuestro círculo más cercano: nuestra casa.

En mi etapa de adolescencia e inicios de la juventud, yo declaraba ser cristiano. Vivía en el engaño de que tenía que ser luz en la calle y oscuridad en mi casa; sin embargo Dios dice que debe de ser diferente. 

Nuestro entorno más cercano está compuesto por nuestros cónyuges (si somos casados), nuestros padres y hermanos, nuestros hijos y nuestros parientes. Para cada uno de ellos debemos de mostrar el ejemplo de la honestidad, sinceridad, el amor, la verdad y la integridad. Si no somos un ejemplo en nuestro círculo más cercano, no nos vale de nada lo que hagamos con los demás y se invalida todo.

Aunque nuestra familia es lo primero, después de Dios, debemos de tener en cuenta que para nuestros amigos, compañeros y relacionados; debemos de ser un ejemplo palpable de buena conducta y honra. La vida de Jesús debe de ser transmitida a través de nosotros, de manera que las personas sean capaces de reconocer algo diferente en nosotros y que no nos confundan con el resto del montón.

De igual manera, en lo último de la tierra o, mejor dicho, donde sea que vayamos debemos de demostrar una conducta aprobada por Dios. ¿Se trata de un grupo de reglas que debemos de cumplir? No. Simplemente, cuando confesamos que Jesús es nuestro Señor, deberían de ir ocurriendo los cambios de lugar en nuestras vidas, pero debemos de demostrar ese cambio en todos nuestros entornos.

Espero que esta reflexión sea de edificación para ustedes y que podamos entender que, por el Espíritu Santo, nosotros tenemos que ser testigos de Dios en todo lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario